jueves, 4 de febrero de 2016

De pesadas losas


Los recién casados posan para esta foto. Cómo podéis apreciar, sus rostros no reflejan la alegría de los novios que nosotros acostumbramos a ver en las bodas a las que acudimos, todo lo contrario. Percibimos una enorme tristeza, una mezcla de resignación y abandono, de amargura y desolación. Ambos son menores de edad. No sabemos sus nombres, pero hasta ahora vivían con sus padres e incluso acudían a la escuela. Tenían una vida totalmente diferente a la que tendrán de ahora en adelante.

En la India y en otros países de sureste asiático, del Medio Oriente, en Nepal y en algunas otras áreas geográficas de lo que denominamos Tercer Mundo son muy habituales los matrimonios infantiles concertados. Los padres, de castas sociales inferiores, tratan de casar a sus hijas e hijos cuando son niños, porque así les cuesta menos la dote o precio que pagan a la familia del varón por contraer matrimonio.

Una niña de tres años puede haber sido prometida a un niño mayor que ella o incluso a un hombre maduro e incluso viejo. Es una práctica atroz que, aunque perseguida por las leyes del país, sigue repitiéndose continuamente en pleno siglo XXI.
Las niñas sufren de una forma más cruel esta práctica terrible porque deben abandonar su hogar para vivir, incluso con ocho o diez años, en la casa de su marido. Han de dejar la escuela, y ponerse a trabajar en las tareas domésticas o en el campo, y en muchos casos sufren acoso, malos tratos e incluso abusos sexuales, como indica este enlace que os dejo aquí y que os animo a leer para entender mejor este problema.

Cómo veis, las tradiciones no siempre son actos que debemos preservar. Incluyen, en ocasiones, prácticas inhumanas e intolerantes que debemos denunciar, aunque sea a través de un blog, como es el caso.


Editado por Maribel R. Blanco, profesora de Ciencias Sociales y Ética

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