Fotograma de la película "Figuras Ocultas"
En el Centro de Investigación Langley de la NASA, en Hampton (Virginia),
hay un edificio que se llama Katherine Johnson. Esta matemática fue una
de las primeras mujeres negras que trabajó en la agencia espacial de
EEUU. Gracias a sus cálculos matemáticos convirtió a Alan Shepard en el primer estadounidense en viajar al espacio en 1961, contribuyó a poner en órbita a
John Glenn en 1962 y, siete años después, a Neil Armstrong en la Luna.
En el inicio de la carrera espacial no
existían ordenadores capaces de hacer las operaciones necesarias para
trazar las trayectorias que debían seguir las naves para orbitar nuestro
planeta, aterrizar en la Luna o regresar a la Tierra. Así que hasta que
empezaron a usarse las grandes computadoras, estos complejos cálculos
que necesitaban los ingenieros para programar los lanzamientos se
realizaban manualmente, sobre todo, por mujeres que fueron contratadas a
partir de 1935. De nuevo, se repite la historia: el trabajo de estas mujeres, auténticas computadoras humanas, se desarrolló
en la sombra y no tuvo el mismo reconocimiento que el de sus colegas
masculinos que también formaron parte del equipo estadounidense que
compitió con la URSS en los años 50 y 60 por ser líderes en
el espacio.
La película Figuras ocultas, recientemente estrenada, recuerda el papel que desempeñaron estas mujeres, en particular
las de raza negra, y cómo hicieron frente a los prejuicios racistas y
machistas que había en EEUU en general y en el estado deVirginia en particular. La película está basada en la novela homónima de Margot Lee Shetterly, escritora e
hija de un científico de la NASA que trabajó en Langley.
Fascinada por su historia, está llevando a cabo una investigación sobre
estas calculadoras humanas. Aunque un estudio en los años 90 estimó que
fueron cientos de mujeres, Shetterly, cree que fueron miles de empleadas
las que desempeñaron esta labor, pues a diferencia de los hombres, sus
nombres no solían estar incluidos en los informes en los que
participaban.
En el equipo de calculadoras humanas, destaca la mencionada Katherine Johnson (la única que sigue viva), la matemática
Dorothy Vaughan (1910-2008), primera supervisora negra de la agencia
espacial de EEUU, y Mary Jackson (1921-2005), que en 1958 se convirtió
en la primera ingeniera afroamericana de la NASA tras llevar a los
tribunales la ley que le impedía realizar los estudios necesarios debido
a su raza.
Las tres representan la intersección, en un momento histórico para su
país, de los movimientos por los derechos civiles de las minorías
raciales y por la igualdad de las mujeres, enmarcados en la Guerra Fría y
la carrera espacial que enfrentó a Washington y Moscú. En 2015, Obama
concedió a Johnson la Medalla Presidencial de la Libertad, el máximo
reconocimiento al mérito civil en EE UU, y destacó la aportación de
decenas de mujeres que, como ella, ayudaron a que su país venciera en el
reto de enviar al primer ser humano a la Luna.
Sally Ride. NASA
En el inicio de lacarrera espacial, la discriminación de las mujeres
también se extendió a las que querían ser astronautas. Valentina Tereshkova fue la primera mujer en la historia en viajar al espacio y no lo hizo hasta 1983. Veinte años después, Sally Ride fue la primera estadounidense que viajó al espacio. "Desde el punto de vista de las agencias espaciales, trabajar
en el espacio era peligroso y requería a los hombres más valientes. Al igual que ir a la guerra,
ser piloto o astronauta se veía como profesiones de hombres, para las
que además no muchos eran lo suficientemente hombres como para serlo.
Pensar en una mujer para esos trabajos era demasiado radical", señala la
antropóloga Deana Weibel. "Una vez que Sally Ride viajó al espacio, y después otras mujeres, quedó
claro que ser mujer no era un obstáculo", explica. De hecho, una mujer,
Shannon Lucid, actualmente con 74 años, llegó a ostentar el récord de
permanencia en el espacio para un astronauta de la NASA al acumular 223
días. Numerosas mujeres han ido al espacio desde entonces aunque la cifra es muy inferior a la de hombres. De las 537 personas que habían volado al espacio hasta julio de 2016, sólo 60 eran mujeres.
En la promoción de astronautas de 2016 de la NASA, el 50% eran mujeres.
Algunas de ellas podrían formar parte de la primera tripulación que
vaya a Marte.
Editado por Minerva Martín García, profesora de Biología y Geología